La voz del acero y la arena

Relato corto de una batalla épica en el universo de la Cruzada de las estrellas Olvidadas

Battlezonefrontline

10/1/20252 min read

El capitán Varkas, un luchador condecorado de los Guerreros del Bastión, sintió el frío del metal bajo sus botas mientras la gravedad artificial de la estación agonizante fallaba. El aire era un cóctel de ozono quemado y desesperación.

"¡Aseguren el Núcleo! ¡La interferencia es máxima!" rugió Varkas por la radio, su voz ronca por años de polvo y guerra.

Frente a él, el Núcleo del Bastión palpitaba con una luz rojo oscuro, proyectando sombras deformes sobre la carnicería. Detrás de una pila de escombros fundidos, Varkas vio el destello fugaz que no debió estar allí: el cromo pulido de un casco Rastiginoso. Los Rastreadores, con sus formas esbeltas y orgánicas, se movían como si el espacio se doblara a su voluntad.

Los Rastreadores Quintiginosos no eran soldados; eran sombras, cazadores silenciosos de los mundos exteriores. Su líder, una figura conocida solo como 'El Segador de Sombras', había estado un paso por delante de Varkas en cada conflicto, un eco persistente en el campo de batalla, dejando un rastro de destrucción silenciosa.

"Comandante," siseó un Sargento del Bastión por la radio, "Están flanqueando el cache sur. Son rápidos, demasiado para nuestro blindaje."

Varkas apretó los dientes. El Segador de Sombras nunca atacaba de frente. Usaba el caos y los objetivos secundarios para hacer sangrar a su oponente lentamente, como un veneno sutil y devastador.

De repente, una figura plateada se deslizó desde la penumbra. No era un Rastreador común; era El Segador de Sombras. No se movía, simplemente existía en el espacio con una calma perturbadora, sosteniendo un rifle de plasma con la culata rota. Sus ojos brillantes se clavaron en Varkas con una inteligencia fría, casi divertida.

"Varkas," la voz metálica del Segador de Sombras era un susurro en la frecuencia privada del Bastión, como el filo de una guadaña. "Esta vez, no es por el recurso. Es por el eco."

El capitán Varkas entendió. Hace años, en las arenas de Krónos, Varkas había dejado al Segador de Sombras por muerto para asegurar la retirada de su unidad. Esta no era una disputa por territorios; era una deuda de sangre.

"El eco ya está muerto, cazador," replicó Varkas, levantando su rifle de asalto. "Ahora solo queda la estrategia."

El Segador de Sombras emitió un sonido que Varkas sintió en sus huesos, un siseo bajo y desafiante. "La estrategia no te salvará del olvido, Varkas."

Mientras la batalla se encendía a su alrededor —el sonido seco de los bólters de los Guerreros contra el silbido del plasma de los Rastreadores— Varkas se lanzó. Sabía que si no eliminaba al Segador de Sombras aquí, en el corazón latente del Bastión, su fantasma lo perseguiría por el resto de la guerra.

El enfrentamiento entre los dos líderes se convirtió en el verdadero centro de la misión. No por el Núcleo, sino por la supremacía del alma. El polvo de la estación se alzó como un sudario, y solo el resultado de ese duelo determinaría el destino del Bastión.